viernes, 13 de noviembre de 2009

Leo Matiz

Sólo recientemente he tenido la oportunidad de explorar un poco la vida y obra del maestro Leo Matiz, de quien tenía un conocimiento muy limitado, y he quedado completamente fascinado no sólo con su fotografía sino también con su vida personal y artística como colombiano nacido en Aracataca, la legendaria tierra de Garcia Márquez, e impulsado por los avatares de la vida a recorrer el continente latinoamericano y registrarlo para la posteridad con el que él mismo llamó su "tercer ojo".

La de Leo Matiz es la historia de un hombre aventurero en un territorio convulso y en una época particularmente agitada a la que volvemos y volveremos continuamente recordando nuestra historia en un esfuerzo por legitimar nuestro presente; y para eso precisamente está la obra del maestro, y la cuidadosa y dedicada labor de su hija, Alejandra Matiz, que la mantiene viva entre nosotros. ya en 1949 Leo Matiz era considerado como uno de los 10 mejores fotógrafos del mundo, aún cuando todo lo que él quería era ser pintor, caricaturista, galerista, ganadero, cocinero, empresario o cualquier cosa que se le ocurriera a su espíritu enérgico. y tuvo tiempo para todo eso: para incursionar en el movimiento cinematográfico mexicano de los años 40, entablar amistad con Frida Kahlo, Diego Rivera, Alfar Siqueiros, María Félix, Agustín Lara y Luis Buñuel; ser el primero en exponer en su galería la obra de Fernando Botero, casarse en siete oportunidades, escuchar poesía de la voz de Pablo Neruda y fotografiar a Louis Armstrong, Fidel Castro y Walt Disney; sólo para salir a recorrer los pueblos en cada rincón de latinoamérica y fotografiar a sus más humildes campesinos con idéntica espectacularidad y dignidad.

La obra del maestro Matiz no es en absoluto pretenciosa, eso tiene en común con la tipología fotográfica del alemán August Sander: un fuerte realismo que rechaza cualquier tipo de efectismo o barroquismo en las composiciones; la misma tendencia reduccionista que hace que la paleta de grises se vea restringida en la mayoría de los casos a lo puramente esencial. sin embargo, como muy bien lo señala el señor Attilio Colombo en un ensayo sobre el maestro, el factor determinante en sus fotos es la perspectiva, porque es ella la que agrega ese efecto dinamizador que hace que su obra se parezca más a la tierra que la engendró; esa "dislocación" hacia un lado o hacia abajo ciertamente se aleja de lo que en Europa hiciera Sander, o Cartier-Bresson con sus imágenes "a la sauvette".
Lo que sí comparte Leo Matiz con Sander es su irrefrenable impulso por hacer un inventario de las tipologías humanas de su tiempo, y lo hace documentando la lucha de las clases subalternas desde Fusagasugá hasta la pampa argentina, a través de su trabajo, de sus manos, de sus ceremonias... pero siempre con tal destreza que es imposible hallar espacio para algún tipo de compasión, o para cualquier sentimiento desafortunado de esos que suelen aflorar cuando se fotografía la miseria ajena. no hay espacio para pensar que el trabajo de su autor sea producto de la explotación de los menos afortunados, como sucedía por ejemplo con el trabajo de la Farm Security Administration durante la Gran Depresión de los '30.
La absoluta libertad expresiva y una fuerte tradición figurativa, proveniente seguramente de su exploración personal, terminaron por hacer de Leo Matiz el más grande fotógrafo latinoamericano del siglo XX; su innata sensibilidad lo elevó al nivel de los más grandes de la historia, y su vivacidad lo puso al nivel de los sujetos en sus fotografías dándole a éstas el inconfundible sabor de todo lo que nace en esta región.
Sin duda un motivo más de orgullo saber que el artífice de esa obra unificadora del sentimiento latinoamericano es un colombiano.
Para más información pueden consultar la página web de la Fundación Leo Matiz o visitar la exposición temporal virtual de la ACF.

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